lunes, 19 de octubre de 2015

Cartas sobre la mesa

Seguimos con Cartas sobre la mesa, otra novela de 1936 y también de Poirot. Nueve personas, dos mesas de bridge, cuatro defensores de la ley y cuatro ¿asesinos? Un misterio de los de puerta cerrada. 

Veamos qué nos cuenta Bichejo:

Otra vez Poirot y otra vez sin Hastings, otra vez que empiezo igual la reseña.

Cosas que me han gustado: adoro a la señora Oliver. No puedo evitar ver en ella a Dame Agatha, me hace mucha gracia que odie a su detective finés y que de una manera u otra al final sea la más lista de todos.
Lo de solamente cuatro posibles asesinos me ha tenido cambiando de sospechoso todo el rato, seguramente por eso me ha parecido de los más entretenidos que hemos leído últimamente.

Un par de cosas que he marcado

"¡Lo que realmente importa es que haya muchos cadáveres! Si acaso decae la acción, un poco de sangre la vuelve a reanimar"  Me imagino a Dame Agatha maquinando quién será el segundo muerto de la acción. Es plenamente consciente, en mi opinión, de lo repetitivo del esquema, pero lo abraza alegremente.

"Nunca se me olvida una cara...aunque sea la de un negro...y eso es mucho más de lo que cierta gente puede decir" Otra vez las cosas de la época y cosas que hoy en día son impensables.

"Yo siempre la tengo (la razón). Es una cosa tan invariable que hasta me estremece." Poirot, genio y figura.


Seguimos con Paula:

Cuatro posibles asesinos y cuatro investigadores, sólo con eso la novela en esta ocasión ya promete... aunque se hace un poco pesada a veces por esa manía que tiene la autora de repetir cuatro interrogatorios (por duplicado además, que si cómo era la habitación, que si la partida de bridge) que, sí,que  son diferentes entre sí, pero tienden a resultar repetitivos y un poco complicados de aprehender. Y, para terminar, el final es enrevesadísimo y ¡encima! se ven de lejos las trampas que nos tiende Doña Agatha por la estructura de la novela en sí, es decir, sabes que algo no cuadra (o que sí lo hará) por las páginas que quedan para terminar.

Ahora bien, la novela, como siempre, tiene sus fortalezas, y son MUY divertidas; en Cartas sobre la mesa hay mucha metaliteratura, pero que mucha, muchísima. Por un lado tenemos a una narradora omnisciente, sí, pero que muestra bastante hartazgo de Poirot, en ocasiones se refiere a él como ridículo y todo; curiosamente coincide con mi sensación, que estoy empezando a estar hasta el moño del belga de las narices. Y mejor, mucho mejor que eso, hay una autora de novelas policiacas que está un poco harta de que sus fanes le manden cartas quejándose de que su detective finlandés (ejem) tiene comportamientos poco apropiados para un finlandés (ejem). Y, como siempre, una reflexiones bastante peregrinas sobre las mujeres... ¡qué manía con que el veneno es femenino y qué manía de presentarnos como una panda de chifladas!

Después Pi:

Ni fu ni fa y para colmo he adivinado el asesino y la forma de hacerlo. Cuatro sospechosos y con el muerto aun presente dije: “O nos sale con que no es uno de los cuatro o ya se quien es por como lo hizo”. No acerté al 100% en el método pero si en líneas generales. Y con otro de los cadáveres ya lo bordé.
Una de las sospechosas es escritora de misterio. En algún momento Poirot y ella comentan que ha repetido trama en alguno de los libros sin que nadie se enterara. Me da la impresión de que es un guiño que Agatha hace a sus lectores porque este libro sea un refrito, aunque no consigo recordar de cuál o cuales.
Entretenido sin más. 

Y por último Anijol:

A mí me ha cansado. Estaba deseando que acabara desde que empezó. Estos misterios imposibles de resolver que sé que finalmente se van a resolver de la manera más inverosímil han dejado de interesarme. Estoy con Bich en que el personaje de la escritora es claramente la propia Agatha y que trata de excusarse por las particularidades de su estrella.

He subrayado poco:

"Nadie sabía si el señor Shaitana era sudamericano, portugués, griego o de cualquier otra de las nacionalidades despreciadas por los británicos". Al menos parece que era consciente de sus prejuicios.

"Solo me pesa una cosa... haber hecho que mi detective sea finlandés. Porque, en realidad, no conozco nada de Finlandia y estoy recibiendo constantemente cartas desde allí, señalándome algunas cosas que mi héroe no pudo decir o hacer por ser imposible." Agatha, creadora de tendencias y de la novela negra nórdica. Bueno, y también disculpándose por boca ajena por las posibles inexactitudes referentes a los belgas.

(Y con esta me despido. Lo siento pero necesito un descanso de Agatha.)

 Volvemos el primer lunes de noviembre con El testigo mudo. Tengan cuidado ahí fuera.

lunes, 5 de octubre de 2015

Asesinato en Mesopotamia


Empezamos octubre con Asesinato en Mesopotamia. Publicado por primera vez en 1936 y ambientada en una excavación arqueológica, mundo que conocía bien desde hacía unos años pues solía acompañar a su segundo marido, el arqueólogo Max Mallowan.

Se trata de otro Poirot enfrentado a un aparente crimen perfecto en el que todos son sospechosos pero a la vez parecen tener coartadas perfectas.

Veamos qué opinan nuestras lectoras. Empezamos por Bichejo:

Otra vez Poirot, sin Hastings, que a mí me gusta que esté, no sé muy bien por qué, porque siempre parece el pobre el tonto útil.

Me ha gustado que lo haya ambientado en una expedición arqueológica, más todavía después de haber leído su autobiografía. En algún momento me he tenido que volver a la guía de personajes porque me he liado con los nombres y la resolución me ha parecido de las más pilladas por los pelos. 

Con todo, me ha entretenido mucho y ni de casualidad me imaginaba quién era el culpable. Aunque es verdad que cada vez me hago teorías más elaboradas. Desde hace unos meses leo más en el transporte público y en tres viajes (ida-vuelta-ida) lo he rematado. Eso también me gusta, aunque tenga poco que ver con el libro.

Un par de cosas que he marcado

"Se notaba cierta tensión en la atmósfera. Lo explicaré mejor diciendo que se pasaban la mantequilla de unos a otros con demasiada cortesía"

"No era joven. Calculé que tendría entre treinta y cuarenta años." Qué diferente a estos tiempos en los que te llaman joven hasta que das el perfil de viejo...(he mirado en lo que escriben mis compañeras y creo que no soy la única escandalizada con esto...)

Seguimos con Paula:

Nos vamos a uno de esos sitios exóticos en los que los ingleses se mueven como Pedro por su casa ¡ay! ¡la de ventajas que tiene el imperio! ¡¡Y hay hasta espías!! ¡¡espías alemanes!!

Una enfermera nos cuenta sus impresiones y así nos libramos de muchos de los pensamientos comomolo de Poirot, que seguro que los dice en voz alta, pero mira, la enfermera es lo suficientemente discreta para no repetirlos, o al menos él es lo suficientemente educado para no tratarla como trata a Hastings... tengo la teoría de que Doña Agatha se dio cuenta en algún momento de que estaba quemando al personaje, porque para un rato (como diez novelas) su forma de comportarse es simpática, pero llega a hacerse insufrible.

Me ha llamado la atención en especial esta vez los líos que se trae con las mujeres (Doña Agatha, que es una mujer de su tiempo, culpa de los líos a las mujeres, pero los hombres no salen aquí mucho mejor parados, no crean), a la muerta (que mira que tardan en matarla esta vez, hay que ver) que todos quieren-odian-admiran-detestan tan bella como adorable-insufrible... me pasé hasta la solución pensando que entre todos la mataron y ella sola se murió ¿acerté? Aaaaah, no sé, leanla que aquí tenemos una narradora en primera persona -la enfermera que va a cuidar a la señora ¿a la que le están haciendo luz de gas?- y le da un punto muy curioso a sus recuerdos.

Después Pi:

Volvemos al rollito Cluedo que tanto me gusta. Espacio cerrado y ¿Quién será el asesino? Sólo puede ser uno de ellos.
La historia se desarrolla rápida sin llegar a aburrir aunque yo también me he liado a veces con los personajes y he tenido que mirar la guía.
El desenlace sorprendente y bien ideado aunque sí que un poco traído por los pelos. Poirot ve con toda normalidad algo que sólo puede salir bien de chiripa.
Respecto a la historia detrás y su desenlace... Vamos anda, eso no se lo cree ni ella!!!


Y por último Anijol:

Debo confesar que estoy empezando a cansarme. Aparte del escenario exótico no me ha aportado nada nuevo. Últimamente además me sucede que en el párrafo anterior a que Poirot (o el que sea) empiece la resolución me viene a la cabeza el asesino. Supongo que por eliminación porque con tanta trampa el motivo y la realización del crimen se me escapan.

Nos hemos vuelto a encontrar con "alienistas". Ya tengo curiosidad por saber si cuando se tradujo realmente se usaba la palabra. También con falleba, que es una palabra preciosa y que casi nadie usa ya. Como las propias fallebas por otro lado.

Las marcas de la casa siguen ahí, cómo no:

"Pensé que siempre ocurre lo mismo. Los celos surgen dondequiera que varias mujeres deban convivir".

"¿Hechos? ¿hechos? No son más que mentiras contadas por un cocinero indio y dos criados árabes. Maitland, suted conoce a esa gente [...] Para ellos no representa nada la verdad."

"Los extranjeros, según dicen, tienen líos de faldas  cosas por el estilo". Como todos sabemos la clase política inglesa es un dechado de virtudes conyugales...

"No era joven. Calculé que tendría entre treinta y cuarenta años" ¿Cómo?

 Volvemos en dos semanas con Cartas sobre la mesa. Tengan cuidado ahí fuera.