lunes, 27 de febrero de 2017

Un gato en el palomar

Esta quincena hemos leído Un gato en el palomar, novela publicada en 1959. Tras una revolución en un país exótico que conlleva la desaparición de unas joyas, se produce un asesinato en uno de los internados para señoritas más afamados de Inglaterra dirigido por una muy estricta señorita Bulstrode.

Veamos qué nos dicen nuestras lectoras:

Empezamos con MG:

¡Qué loco todo! Montones de muertos y de sospechosos.
Creo que Agatha Christie ya estaba a estas alturas muy harta de Poirot porque no aparece hasta el tercio final del libro para hacer voilà y aquí tenéis al asesino. 
Ambientado en un internado de niñas, se nota que es un tema que conoce: distintos tipos de alumnas y de profesoras, lo rancio de algunos de esos colegios...
Ya lo había leído y a mitad del libro me acordé de varios detalles importantes.
Quiero también agradecer a Editorial Molino el sutil trabajo de darnos montones de pistas en las portadas 

Seguimos con Pi

Pues no fu ni fa ni todo lo contrario. Un libro totalmente prescindible que no podemos calificar de petardo pero tampoco me ha aportado nada.
Cambio de escenario con un internado pijo de fondo, lo cual se agradece , pero demasiadas profesoras muy similares entre si (un problemita para mí )
Poirot literalmente pasaba por allí y parece que la solución le llega por ciencia infusa al llegar al colegio.
Y dirán mis compañeras que si nos hemos retrasado una semana por mi culpa esperando este análisis tan sesudo que he hecho , pero la verdad es que me ha costado horrores terminarlo. Cojo el siguiente con ilusión a ver qué tal 

Y terminamos con Pau:

Cuando vi que una vez más nos íbamos a encontrar con Poirot casi me da un parraque pero sale tan tarde que no molesta en absoluto. A estas alturas -y creo que lo digo casi cada vez- lo de menos es la solución del asesinato, lo que de verdad atrapa es el ambiente que la Señora Christie crea y pocas cosas más divertidas que ver ese internado para jovencitas de altísima clase social para que Doña Agatha pueda desparramar todo su clasismo; la primera en la frente, para demostrar la estricto que es el internado se nos presenta en primer lugar a unos padres que quieren llevarse a su hija en periodo escolar, a lo que la directora no se opone en absoluto pero advierte que, si se la llevan, no podrá volver al colegio (la de veces que he deseado decirle eso a unos padres impertinentes, sólo ese detalle ya merece la novela). En segundo lugar vemos cómo Agatha Christie es atemportal, tanto que casi en los años 60 crea un internado para señoritas que aprenden lo justito para ser señoritas de bien, es decir, idiomas, música... pero nada de cosas que las conviertan en mujeres independientes ¡santo cielo! Tenemos también un "jardinero" guapísimo entre tanta hormona, hombres liándola y perturbando la apacible vida de las señoritas, ¡protomujeres con sostenes que realzan sus pechos! (ese detalle es sensacional y, desde luego, inesperado)

Y, lo mejor de todo, muere la profesora de educación física, personaje especialmente antipático ¿quién no ha soñado con algo así?


Volvemos dentro de dos semanas con El misterio de Pale Horse. Hasta entonces, tengan cuidado ahí fuera.